Tenía tres razones de no pasar vacaniones en Espana:
- Hace demisiado calor
- Está inundado con muchos holandeses
- No me gusta paella
Me parace todas costas están llenas de restaurantes con nombres con muy poca imaginación como “Patatje van Adje” en “Ed Kroket”. La opción española es paella, pero el pescado no lo me gusta nada. Quizás fileteado pero no con cabeza y cola. Además no puedo resistir el calor; 25 grados es bastante. Poco de viento, por la noche un poco de lluvia.
Hasta los vacaciones acampada en Francia, con mis hijas, entonces tuvieron 2 y 4 años. Nuestro lugar, en el borde de un campo grande, tenía sólo un árbol muchissimo pequeño. Ese verano estabamos a 35 grados y más. Por la tarde las niñas dormían en la sombra sombre de ese árbol amarillento. Mientras papá y mamá entrabamos la piscina por turnos. Asi que nuestra hija menor había caído y se estaba herida en la cabeza, se le prohibió nadar. Cuando estaba despierta, todos nos solidarizamos. Una miseria. Un bautismo de fuego para el futuro.
Entonces, en una vida siguente, fui invitado a un finde fuera en Mallorca, para mi cumpleaños. Mi nuevo amante ya había disfrutado la vida española gracias a los arquitectos Cruz Y Ortís al museo Rijksmuseum a Amsterdam, y a través sesiónes de surf en País Vasco. El calor español no me parecía tan malo, no siempre es de 30 grados o más. Y luego no fue tan malo como ese verano francés. Me encantó directamente de calor español en mi piel, el olor seco de los pinos, de árboles cítricos y de hierbas silvestres. Me sorprendió gratamente el paisage, las montañas verdes, el calmante y también los españoles tan hospitalarios y amables.
Estaba convendico!